lunes, 24 de agosto de 2009

Mi Ciudad Verde

Dicen que a todo niño de mi
edad le gusta soñar, se divierte
de lo lindo, no le ve
problema a la vida y no se preocupa
por nada. Pero hay algo que desde
hace unos días me está dando vueltas
en la cabeza:
Unos cuentan que el calentamiento
global está afectando todos los ecosistemas,
que los polos se están derritiendo,
que las lluvias inundan
los campos en donde nunca había
caído agua, que las heladas de las
madrugadas están acabando con los
cultivos, que las fuertes temperaturas
están provocando insolaciones y
cáncer de piel, que se están produciendo
incendios forestales y que es
probable que se presente escasez de
agua potable, pero realmente en Bogotá
¿quién está afectando el ecosistema
que se encuentra en los humedales?
Está claro que no es culpa del calentamiento
global sino de la mano del
hombre y de la falta de políticas especializadas
de restauración y protección
que logren minimizar los
impactos negativos que año tras
año han venido afectando los componentes
naturales, como la fauna y
las especies nativas.
Es verdad que con el tiempo las cosas
cambian, eso no se pone en duda.
Por ejemplo, de la mula se pasó
al automóvil; del monomotor al jet
ultrasónico; del teléfono clásico al
celular multimedia; de los enredados
cables a la tecnología WIFI; y en
materia ambiental estamos igual:
pasamos del humedal a la zona urbanizada
o al relleno y botadero de
basuras y escombros; de los espejos
de agua a los mal olientes vertimientos
de líquidos industriales y
domésticos; del conejo, la tingua y
el pato, al gato y al perro callejero;
de la garza, el gavilán y la golondrina
a las vacas “acuáticas”; y del verde
y espeso junco, el buchón y la
lenteja de agua pasamos a la llanta
flotadora y la bolsa plástica. No
pueden decir que en Bogotá no hay
cambios y que nos quedamos atrasados
en materia de evolución e innovación.
Como todo niño me gusta soñar, y a
veces sueño con tener una ciudad
que ame su naturaleza, con parques
limpios, con un aire que sí se pueda
respirar, con ver los humedales cuidados
y protegidos. Son sueños, pero
igual creo en las fantasías y en las hadas,
por eso estoy seguro que, como
sucedió con la defensa de los Cerros
de la ciudad, la Contraloría de Bogotá
nos ayudará a defender y conservar
nuestros mal trechos humedales.

1 comentarios:

A las 24 de agosto de 2009, 19:11 , Blogger Unknown ha dicho...

q buen sueño...

 

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